
Luego de una romántica cena y algunas copas de vino, Mariano y Dolores se dejaron llevar por el placer. Ella le propuso tener un hijo, propuesta que perdió fuerza con la llegada de la mañana. La abogada no dudó en ir a comprar la pastilla del día después, aunque, en distintas ocasiones, el destino la aleja de su alcance. El tercer intento fue el último, Dolores se dio cuenta que está con la persona que ama… el que eligió como el futuro padre de sus hijos.
Mía necesita cambiar. No quiere volver a ser frágil y caer nuevamente en los brazo de Federico. Su decisión parece ser firme, tal es así que sacó dos entradas para el teatro, aunque con un pequeño detalle… no tiene acompañante. La noche trae sorpresas. Conoció a Willy, un simpático y particular taxista, quién tiene buenas intenciones y un solo objetivo, hacerla pasar un lindo momento.
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